miércoles, 11 de agosto de 2010

¿Qué es Arte Colombiano?

¿Qué es Arte Colombiano?

Para mí en Arte Colombiano es la toma de los movimientos artísticos, bien sean foráneos o locales, y su representación visual por una persona que nacida en Colombia haya estado sometida por un período de tiempo considerable a las condiciones sociales, económicas, culturales y religiosas que se viven en nuestro país, que le permitan plasmar en sus obras algo que nos identifique. Aunque en el caso de Santa María es claro que sus obras están enfocadas a una temática relativa a paisajes y retratos, pienso que en su caso la razón por la cual debería de dársele a su arte la connotación de “Colombiano” es, además de por su nacionalidad, el hecho de que fue un pintor que dio pie a la introducción en Colombia de una nueva forma de hacer arte, ya no desde la forma de “ver el parecido con el modelo” sino desde el punto de vista impresionista: con pinturas donde se resalta la iluminación y los tonos vivos, para darle naturalidad a la obra.

De esta manera, me parece importante que se destaquen a los pintores colombianos que tomen los movimientos novedosos y ayuden a popularizarlos mediante sus obras. En este caso, si hablamos acerca del impresionismo, lo concibo como una evolución artística que nos lleva a percibir la naturalidad que nos ofrece la luz, algo más importante que la forma misma a la hora de pintar; elemento que en el siglo XIX y XX en Colombia comenzó a cambiar la forma de pensar el arte y hoy en día nos permite recordar a aquellos artífices de esa revolución.

Problemas acerca de lo que Botero piensa del arte

Problemas acerca de lo que Botero piensa del arte

1.  Fernando Botero nos habla de que es muy difícil que un artista se encuentre así mismo en el arte, piensa que es algo que muy pocos logran hacer en su vida, puesto que se dedican a cambiar de estilo en cada exposición. Entonces, ¿Un artista no se puede encontrar así mismo en cada uno de los estilos en los que quiera desenvolverse? ¿Cada etapa de la vida de un artista puede tener su propio estilo de acuerdo con sus vivencias personales sin que ello lo convierta en alguien que no logró  encontrarse como artista?

2. Fernando Botero afirma que un artista es aquel que toma algo de su mundo y le da un toque distinto en su creación, agregándole elementos originales que lo distingan de las obras de los demás. Siendo así ¿Podríamos pensar que una obra calcada fielmente de la naturaleza sin cambio alguno, pero sumamente bella es arte, y que su creador es un artista?

3. Botero califica el tema de una pintura como un “pretexto para pintar” y al lenguaje de la obra como lo más importante. Pero a sabiendas de que el lenguaje, o sea lo que quiere decir el autor, será interpretado por las personas, ¿Se puede deducir el tema a partir del lenguaje o quizá el lenguaje a sabiendas del tema?

4. Según Botero, el arte actual tiene un total desprecio por la ternura y la poesía, lo cual él considera algo negativo y que amerita la necesidad de replantearse la forma de hacer arte para no caer en el “arte basura” (trash art). Entonces, ¿Podemos considerar como “buen arte” solamente lo bello y poético y no a aquellas obras que a pesar de carecer de estas virtudes generen un pensamiento crítico y razonable en los espectadores? ¿Por qué no aceptar que el arte evoluciona según el pensamiento de cada época?

5.  El lenguaje del arte debe ser universal afirma Botero, porque “la pintura debe tener elementos universales que los puedan entender todas las personas como: la armonía del color, el balance del cuadro, el dibujo y el estilo personal”. Así, ¿No se puede entender el arte también desde una perspectiva más intrínseca que de lugar a muchas diferencias en la interpretación de los cuadros? ¿El hecho de que cada persona tenga una interpretación sumamente diferente hace que una obra sea de mayor calidad? 

Lectura de la obra La Violencia de Alejandro Obregón

Lectura de la obra La Violencia de Alejandro Obregón


La obra presenta claramente está dividida en dos partes, una oscura y otra clara, la oscura tiene predominancia de un color café oscuro y en algunos lugares negro, pero también se vislumbran algunos tonos de café claro que son las que le dan el contorno al cuerpo de una mujer que yace en el piso, que a su vez representa también un grupo de montañas, que hacen parte de la cordillera de los Andes, la cual es aquella se adentra en medio de nuestro país y se eleva de entre la tierra para embellecer los paisajes. Observamos también aquellas pinceladas rojizas que cubren el rostro de la mujer y encuentran lugar en la parte superior de su abdomen connotando claramente la violencia, la muerte, la crueldad que se vivió (y se vive) en Colombia, país representado por aquellas elevaciones que representan la Cordillera Central, Occidental y Oriental (subdivisiones de la de los Andes), porque la violencia en ese entonces bañó (y baña) con sangre a diestra y siniestra todo el territorio nacional.

En la parte superior nos fijamos en aquella tonalidad clara, café clara, que en la parte derecha tiende a oscurecerse un poco. En general, esta mitad representa la esperanza que guarda el autor de la paz para Colombia, porque a pesar de haber terminado aquella guerra entre liberales y conservadores al momento de ser expuesta la obra, el luto que sacude a Colombia no ha cesado aún, y se vive con más intensidad en los ambientes rurales. Quizá aquellas partes más oscuras de ese cielo claro representen una esperanza que se va perdiendo, mientras que las otras más iluminadas simbolicen una esperanza viva, el deseo de hacer algo para que la situación cambie. Y como no, aquel horizonte hace alusión también al esplendor de nuestros relieves naturales que baña con su pureza, luz e ilusión  las cumbres de nuestras montañas.

El hecho de que una mujer sea aquella figura yaciente, con su cuerpo ensangrentado, desnudo y desmembrado, quizá invoque la violencia contra la mujer, la falta de respeto por sus derechos e infiera en el hecho de que Colombia haya sido uno de los últimos países de América en darle a la mujer el derecho político al voto (1957) y su derecho a la ciudadanía (1954), y nos invite a reflexionar sobre la vida de aquellas damas que se vieron sin posibilidad de tomar decisiones para ayudar a su país, y la impunidad feroz que existía (y aún quedan remanentes de ella) contra la violación de sus derechos humanos en una nación sumida en el crimen, que más interés ha puesto en la muerte que en el desarrollo social y económico para todos sus ciudadanos sin discriminación alguna.

Historia de la pintura “Marina” de Andrés de Santa María

Historia de la pintura “Marina”

Corrían los primeros meses del año 1904, y Andrés de Santa María se encontraba en la ciudad de Tolón en Francia, tomándose algunos días libres antes de regresar a Colombia donde sería nombrado director de la Escuela Nacional de Bellas Artes. Intentó inspirarse en los paisajes arbolezcos que rodeaban la ciudad, trató de concentrarse en ellos y dar vida a una que otra pintura, pero ese mar con aguas turbias al atardecer terminó por cautivarlo y lo convenció de honorarle con una pintura a tal maravilloso espectáculo de luces y sombras en vaivén.

Al percatarse que el material de pintura que tenía era insuficiente debido a que se había agotado en sus anteriores intentos por representar otros paisajes, Santa María regresó al hotel donde se estaba hospedando para traer algo más de óleo azul y un trozo de tela que alojaría su creación. Cuando regresó al punto donde pintaría su obra, se puso lo más cómodo posible sobre aquella arena mojada y densa, no le importó nada más ni siquiera las molestias que le podrían causar algunos cangrejos y aves que merodeaban el lugar, sólo empezó a organizar los colores y la tela sobre la cual inmortalizaría aquel atardecer sobre el mar de Tolón.

Ya listo para crear su pintura, Santa María fijó su mirada en las aguas, observó fijamente los reflejos que sobre ellas se visualizaban, de ese fantástico sol moribundo que bañaba el mar y la ciudad con una luz de fuego. Puso su atención también en el efecto que tenía el movimiento en el brillo de las aguas, en cómo podría hacer que su obra adquiriese una sensación de animación, así sólo se tratase de una captura sobre la tela. Y finalmente fijó sus ojos en el gran peñasco que se encontraba cerca a la costa, el cual terminaría por darle la estructura a la pintura.

Habiendo reconocido el paisaje, se puso manos a la obra con su trabajo. Comenzó con el mar, dándole su color característico junto con un color blanco muy distinguible, que es el que terminará dando a la pintura su toque de movimiento. Luego, faltaba aquel reflejo fascinante del sol del atardecer, que él concretó con unas pinceladas horizontales de color rojizo sobre las aguas. El peñasco al fondo lo representó con arbustos lateralmente, los cuales cobraron vida por un juego de luces y sombras de un verde oliva; y al centro figuró un claro terreno desnudo, agregándole variabilidad al todo. Por último, y casi habiéndose olvidado de él, Santa María dio vida a un oscuro madero, vestigio de un antiguo astillero, el cual cortaba las aguas y las enloquecía en su parte inferior, observándose múltiples salpicaduras a las cuales el autor dio vida. Ya entonces, sólo faltaban algunos retoques de una obra que se convertiría en el comienzo de una merecida crítica favorable para Santa María, tanto en Colombia como en el exterior.

El Grupo Bachué

El Grupo Bachué

Cuando hablamos del arte de un país es muy importante que muchas de las obras que lo representen realmente sean piezas que tengan alguna relación con las vivencias sociales, culturales, políticas, religiosas… de dicha nación. Entonces el arte se convierte en una forma de manifestar de alguna manera la sensación del pintor con respecto a lo que él cree es bueno o malo, o simplemente manifestar con su trabajo su sentimiento acerca del acontecer de su época. Pero, el arte no solo se alimenta del presente sino también del pasado, de esta manera se hace de vital importancia plasmar la historia de nuestro país, preocuparnos por lo autóctono, nuestros antepasados, la riqueza de nuestra nación. Y fue precisamente eso lo que intentó el Grupo Bachué, darle al arte una identidad nacional, apartándose de senderos europeos impuestos, creando nuevas corrientes originales e innovadoras que no sólo sirvan como una manifestación de rebeldía sino como una proyección de lo que somos ante el mundo.

Pese a todo lo bueno que nos pueda manifestar este grupo, en realidad no fue muy apreciado en su época, pues, como era de esperarse, el arte en Colombia no iba al mismo paso que el arte en Europa, y por lo tanto ese desfase produjo que en nuestro país los movimientos de vanguardia del viejo continente no llegasen aun en la época en la que el Grupo Bachué comenzó a desenvolverse en sus ideas innovadoras. Los artistas que fueron parte de esta nueva forma de arte eran personas bastante instruidas y que conocían bien el acontecer presente del arte de esa época en Europa, y por lo tanto tenían mucho conocimiento de los movimientos vanguardistas que se estaban dando. Su intención era realizar una corriente opuesta al vanguardismo que ellos conocían, y trasladarlo al ámbito nacional. El propósito era bueno, lamentablemente nunca lograron crear un movimiento en toda la extensión de la palabra debido a los diferentes estilos que manejaban los artistas que hacían parte del grupo, pero sí hicieron huella, porque ellos comenzaron a darle independencia al arte de nuestra nación y posiblemente han sido la inspiración de muchos artistas hasta el día de hoy.

Para el Grupo Bachué tampoco le fue indiferente la influencia del Muralismo mexicano, que como movimiento social y político intentaba alzar su voz acerca del acontecer nacional, manifestando públicamente su pensamiento. Pedro Nel Gómez fue uno de los muralistas colombianos, y trabajó sobre sus murales lo referente a los desnudos, la religión, la familia, las minorías como problemática social… generando controversia y disgusto entre algunas personas en aquella época, pero como bien sabemos los artistas del Grupo Bachué estaban adelantados a su momento y afortunadamente sus obras reciben el valor que merecen en la actualidad.

El Laberinto

El Laberinto

Primera parte

Mi laberinto es un lugar en el cual habitan mis deseos, ilusiones y objetivos. Desde luego, sus salidas son infinitas, así como lo son los caminos de la vida. Cada decisión tomada es una bifurcación más de ese laberinto, que lo complica, pero a la vez puede ser parte de una solución o de un problema más. Mantenerse en el laberinto no siempre es fácil, quizá para algunos el cruce correcto sea más claro que para otros, puede ser que todas las salidas conduzcan a un mismo camino, pero a fin de cuentas eso no es lo importante, es más relevante vivir el laberinto y sus encrucijadas y aprender a imaginar el futuro y meditar el presente.

Cada cruce representa un problema más en la vida, a medida que avanzo en él me encuentro retos cada vez más grandes, es como si hubiera partido de un pequeño laberinto, con pocos pasadizos, para encontrarme en uno tan grande que parece no dar lugar a la equivocación. El orden de su crecimiento es natural, va acorde con la vida, uno no espera que crecer significa menos responsabilidades, sin embargo siempre encuentro pequeños oasis, representados por aquellos momentos de alegría producto del triunfo, el juego, el afecto, la amistad o sencillamente a modo de desembocadura por la satisfacción de una afición, sea intelectual como leer, realizar imaginarios mentales, apreciar la música; o física, como la práctica de un deporte.  

Los caminos más largos de mi laberinto son los académicos, han sido como una fila interminable de retos a superar enfocados en una meta común que es la realización profesional. Y aunque estos caminos son muy extensos e intrincados en su conjunto, el haberlos realizado paso a paso los ha hecho parecer como si en realidad fuesen cortos y menos enmarañados, obviamente el “juego” ha tenido mucho que ver para que yo los vea desde esa perspectiva.

De ese oasis del que hablo sin lugar a dudas ha sido muy importante el calor de hogar, sin él, hubiese sido difícil sentir algunas veces que conocía el camino correcto, por que sé que aunque hayan infinitas puertas que conducen a lo mismo, también estoy consciente de que existen muchas pequeñas desembocaduras, que son los logros obtenidos, y una aún más grande, que determina mi realización como persona. Y para llegar a todos estos rincones de éxito, debo saber usar (y tener) esos aún más pequeños rincones de felicidad, los cuales me dan impulso para encaminarme hacia mis metas a corto y largo plazo.

El laberinto de cada uno de nosotros es sin lugar a dudas complejo, lleno de obstáculos, quizá muchos peligros, o tal vez lleno de oasis, puede ser que repleto de zanjas profundas, posiblemente contaminado por enredaderas que no permiten el paso hacia la realización. Lo que sí es cierto es que no sabemos cuándo nos toparemos con alguna de sus puertas ni en qué momento del camino, probablemente en medio de una zanja o tal vez en camino a la realización, por eso es importante gozar cada pasadizo de la forma en que nos parezca conveniente dentro de sus límites.


Segunda parte

Así, propondría un laberinto con infinitas salidas. En él encerraría a la violencia, y a todos los que hacen parte de ella en el mundo, y acompañándola también aprisionaría al odio y la inequitatividad. Todos los individuos que se hallasen en él, encontrarían en cada muro una representación visual de las consecuencias de sus actos, para que puedan llegar a la reflexión, los que lograsen identificarse con las víctimas de sus desmanes podrían finalmente salir por la puerta, que más que una representación simbólica de libertad, en este caso significaría la paz, el afecto y la igualdad en el mundo; en cambio, aquellas personas que no pudiesen entender las consecuencias negativas del mal hecho a su prójimo, se trasladarían a un lugar del laberinto en el cual pudiesen vivir a modo de sueño, todo lo que una víctima de ellos ha vivido, y después de esto, serían invitados nuevamente a la reflexión, continuándose el ciclo infinitamente hasta que logren salir de su cautiverio. Este laberinto más que un sitio de pruebas de vida, es un lugar de purificación mental del mundo, para que nuestros dirigentes y personas influyentes en el devenir mundial, recapaciten y no se dejen llevar por el dañino ego, que los posiciona como seres superiores, y los hace olvidar que todos estamos hechos de los mismo, que somos parte de la misma materia.


Tercera parte

Trasladándonos al fragmento de la obra La Casa de Asterión resaltaría los siguientes dos puntos como motivo de análisis: el primero, tomando como referencia el enunciado “Pero de tantos juegos el que prefiero es el de otro Asterión. Finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa muestro la casa”, entendemos Asterión se ha encerrado en una actitud narcisista, de pensar en que él lo es todo y por eso solamente se puede divertir él mismo, atrapado en un mundo donde solo existe el yo, y nadie más. Esto, si lo extrapolamos al mundo real, representa a todas aquellas personas que viven en un universo en el cual ellos son el centro de todo, no determinan a los demás y sólo piensan y alaban sus necesidades y logros alcanzados, despreciando los derechos y éxitos del otro.

El segundo punto de análisis lo tomo a partir de la siguiente cita: “Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito) están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera.”, la cual nos da a entender que Asterión estaba totalmente desinteresado por el mundo externo, y que esperaba que alguien haga algo por él antes de él mismo contribuir a la solución a su problema. En cambio, se encerró en su propio mundo, ahondando su desgracia, y llevándolo, si se puede decir, a un estado de locura. Si a partir de esto pensamos en la vida real, nos vienen al imaginario las personas que pretenden dejar todo el trabajo a los demás y no aportar nada hacia una solución, que a veces inclusive les conviene a ellos mismos. Son ciertos sujetos que están parados sobre la tierra solamente para buscar beneficios propios, que viven el momento, pero que no les interesa en lo más mínimo el futuro ni el prójimo.

“Manos arriba” de Franklin Aguirre

“Manos arriba” de Franklin Aguirre

En una primera impresión, la pintura parece ser un tanto difícil de discernir, pero con un mensaje interesante implícito, mostrando textualmente un hombre de tez clara con los pantalones negros hacia abajo, los cuales se confunden con sus zapatos. Y en la parte izquierda observamos una planta, al parecer de aquellas espinosas, con su característico color verde, y su maceta café clara. Todo lo anterior se encuentra en relación con lo que al parecer son las paredes de una casa, más claras que el piso.

Evidentemente, cuando observamos la pintura, se nos viene a la cabeza aquellos dibujos de cómics, revistas, y avisos publicitarios usados en los medios populares, por lo cual inferimos que el estilo utilizado por el autor, en este caso es correspondiente al arte pop. La pintura en sí, desde luego, carece de realismo, y no parece pretender mostrar una calidad exuberante en lo que a parecido con la realidad se refiere; solamente se limita a hacernos entender su contexto. Con respecto a los colores podemos observar que en el caso del hombre y la planta, no se difunden, o sea, el paso de un color a otro es rígido, fuerte, como dándonos a entender que va de claro a oscuro, sin más, sin mucho parecido a la realidad.

Esas características de cómic, unidas a la sensación de ese mensaje intrínseco, le dan mucho valor a la pintura desde el punto de vista artístico. No se trata de una obra estática, parecida a aquellos dibujos que vemos todos los días en los medios de comunicación, sino que tiene algo intrínseco que pide ser leído e interpretado.

A sabiendas que la exposición a la cual pertenece esta obra se ubica en el año 2006, o sea, a nuestra era contemporánea y que el autor es colombiano, inferimos que la obra se refiere a aquel momento social que vive la sociedad colombiana actual, haciendo énfasis en los atracos, podría decirse, a los comúnmente llamados “apartamenteros”, que se han vuelto un fenómeno muy común en nuestros días y un grave problema de seguridad. De ahí que el hombre esté con los pantalones abajo (como refiriéndose a aquel sarcasmo de “arriba las manos, abajo los calzones”) en una habitación, en la que solamente se ve una planta, que es una de las pocas cosas que los ladrones no se llevarían consigo (y eso porque al parecer es espinosa).

Así, Aguirre toca esta problemática social de una forma original, que difícilmente se puede encontrar en medios comunes, por eso merece ser llamada una obra de arte, puesto que nos invita a pensar en lo que nos quiere decir el autor, no solamente nos presenta algo fiel a la realidad, sin más. Traspasa los límites de lo bello para enmarcarse en lo racional,  para presentarnos algo que a primera vista no tiene significado, pero que adaptándolo a su época y condiciones se ve muy claro.