miércoles, 11 de agosto de 2010

Ciudad inmóvil

Ciudad inmóvil, abril, 1989

Si alguna vez pensaste que seguirías siendo parte de mí abandonándome, te equivocaste

Supongo que jamás supiste apreciar la realidad de tu condición, el que yo sea realista y tú solamente vieras el mundo como un cuento de hadas, que te hicieras castillos en el aire con ilusiones ingenuas propias de un escolar. El abandonarme solo te traerá desdicha, un invierno eterno lleno de sufrimiento, porque un estúpido capricho no puede acabar con el pasado, con todo lo que vivimos, y que por tu falta de ubicación en el mundo, se fue al traste.

Insinúas que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Está bien. Sé que eras parte importante de mí porque  siempre tuviste algo de mi todo, pero lo siento, aquel adiós será más perjudicial para tí. Ahora resulta que todas las noches de luces fueron en vano, que todos esos viene y va por las calles buscando cómo matar el tiempo terminaron siendo un cajón olvidado en lo más recóndito de tus recuerdos. Y aun así me decías que no los cambiabas por nada, que te llenaban de felicidad ese crudo corazón, y me hiciste entender que en tu vida yo ocupaba uno de los lugares más especiales. Con tus despiadadas letras llenas de amargura solo me confirmas que el dolor ha cegado tu inteligencia, esa oscura tiniebla del rencor opaca tus pensamientos y los torna viles hacia lo que realmente sientes.

Yo sé que los errores son propios del ser humano, y que nunca hubiese pensado encontrar la perfección en uno, pero tú me enseñaste cuán bajo se puede llegar. Tus vicios, tu descontrol, tu engaño, tu falsedad, tu inseguridad, tu legado de sangre, y ahora tu adiós dicen que no tienes ideales ni metas, y tengo completa certeza de que si no supiste apreciar esta primera oportunidad, tu primera sensación de libertad, no lo harás con alguien más.

Y en este momento pienso en cómo se pudren tus recuerdos, se carcomen tus sueños de niño, en cómo te cambia la vida y pasas de ser un fracasado con hogar a un vagabundo desterrado y solitario. Supongo que el destino es el encargado de cobrar las cuentas pendientes, él te recaudará el daño que me has causado y espero (lo admito) que sea tan rígido contigo como tú lo fuiste con el lecho que te abrió sus manos y te quiso guiar por los senderos correctos en los caminos difíciles, pero sin respuesta de tu parte.
Yo jamás pensé que alguien se atreviera a olvidarse de lo suyo, de lo propio, para buscar rumbos foráneos. Sé que te atrae la vida fácil, con lujos y mujeres por doquier, sin el más mínimo esfuerzo. Yo reconozco  que cualquiera puede ser propenso a eso, pero ¿te has preguntado si eso te llevará a alguna parte? La vida te lo hará saber, te lo aseguro.

Como dices, de ti no hay nada bueno, nada útil, solo sombras vagabundas, delirios nocturnos y ataques de éxtasis ocasionales. Eres como no podría ser de otra manera, manejable y sutil al principio, para luego ser rebelde y pretender tener todo el conocimiento a sabiendas de tu laguna mental. Me pregunto para qué esforzarme entonces si voy a caer en el mismo juego contigo una y otra vez. Solo espero que en algún rincón, y que luego como los granos de arena del desierto, surjan aquellos que sepan apreciar los buenos sentimientos, y que como rocío de mañana, refresquen mi alma y me hagan sentir la vida, que al parecer me fue en parte arrebatada.

Antes tu todo. Ahora tu nada.

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