Para empezar, cuando hablamos de ecosistema nos referimos a un sistema biológico conformado por dos elementos que son indisociables, la biocenosis y el biotipo. La biocenosis es el conjunto de organismos que viven juntos, y el biotipo es el fragmento de la biósfera que otorga a la biocenosis el medio abiótico indispensable.1 A partir de este concepto entendemos la estrecha relación entre los distintos elementos que conforman un ecosistema, y cómo una alteración pequeña en su biotipo o en su biocenosis repercuten en la forma de vida y en la manera de “operar” de todos sus componentes. Por citar un ejemplo, el bosque es la semilla de la biodiversidad, cuando éste se ve alterado, los elementos que nos provee como el agua que de él brota, el oxígeno, y para algunos, el alimento y el abrigo, se ven trastocados, lo cual incide directamente en la calidad de vida y en la salud de los seres que se veían beneficiados por él.
Y es que no sólo podemos hablar de bosques y selvas sino también de ciertas poblaciones, como los peces, los cuales, cuando viven en ambientes acuáticos contaminados, conservan en sus cuerpos determinada cantidad de factores contaminantes, los que a su vez provocan efectos en la salud de los mismos y en la de sus consumidores, por ejemplo los humanos.
Es bien sabido que el desarrollo de las sociedades industrializadas ha llevado consigo una serie de ventajas indiscutibles en los últimos años, el nivel y la calidad de vida han aumentado considerablemente estableciéndose una sociedad más consumista, lo que ha implicado una mayor necesidad de ofrecer, por parte de las diferentes industrias, nuevos productos manufacturados.2 Es precisamente cuando desechamos los remanentes de esos productos cuando se produce la alteración de los ecosistemas. Desde comienzos de las revoluciones industriales la cantidad de desechos tóxicos para el ambiente han ido aumentado en escala exponencial. Todos esos productos extraños que se han ido colando en nuestros organismos y en los demás seres han traído consigo nuevas enfermedades, cada vez más extrañas. No es raro encontrar ya mutaciones de todo tipo, debido a los desechos radiactivos que son vertidos sobre los aires, las aguas y los suelos. El cáncer ya se ha convertido en una de las enfermedades más comunes alrededor del mundo, y es evidente que el actuar humano ha influido en la frecuencia de esa enfermedad. Tal es así que podríamos calificarla como la enfermedad del siglo XX (y también del XXI), ya que por sus características, simboliza gran parte de los rasgos predominantes de nuestra sociedad.3
Por lo tanto, es importante conocer todas las fuentes de contaminación, las cuales pueden ser naturales o antropogénicas (Las segundas más riesgosas para la salud que las primeras.)4. Dentro de las causas naturales tenemos: las fuerzas de la naturaleza (terremotos, ciclones, etc), los animales (plagas), las plantas (parasitismo, competencia) y otros organismos (parasitosis); y con respecto a las causas artificiales: la evolución cultural, el crecimiento demográfico, los sistemas económicos, la utilización de recursos naturales, la urbanización y el desarrollo industrial, la contaminación del ambiente, las guerras, la destrucción sin objetivos definidos y los incendios.5 Así, es significativo implementar planes que ayuden a evitar la contaminación causada por el ser humano, puesto que, todos esos elementos foráneos para la naturaleza que diariamente liberamos al ambiente sin conciencia alguna, no sólo inciden en las demás especies sino también en nosotros mismos.
Por último, es esencial entender que el ecosistema es una cadena de la cual hacemos parte, y si lo alteramos en cualquiera de sus eslabones, tarde o temprano se verán las consecuencias, que de hecho ya se están haciendo más que visibles con el cambio climático.
Bibliografía
1. Roger Dajoz,María José Leiva Morales. Tratado de ecología. Ediciones Mundi-Presna, Madrid, 2002, p 280.
2. Sans Fonfría. Ingeniería Ambiental: Contaminación y Tratamientos. R. Editorial Marcombo. Colombia, 1995, p 11.
3. Josep M. Argilés,Francisco J. López-Soriano . El cáncer y su prevención. Edicions Universitat de Barcelona, Barcelona, 1998, p. 9.
4. Flores, Raúl Calixto. Ecología y medio ambiente. Cengage Learning. México 2008, p.105
5. Luis Fournier Origgi. Recursos Naturales. EUNED. Costa Rica, 2003, p. 168
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