El 25 de Febrero del año 2009 llegó a la ciudad de Pasto el presiente de Colombia Álvaro Uribe, para tratar algunos temas acerca de la problemática económica y social desatada tras la caída de las captadoras de dinero. La cita se llevó a cabo en el auditorio del colegio INEM en horas de la mañana, ahí estuvieron el alcalde de la Pasto, el gobernador del departamento de Nariño, los representantes de los damnificados, distintas personalidades políticas de orden departamental y nacional, y desde luego, muchos periodistas.
Como sabía que iba a ser un evento con una cobertura más o menos grande, y que lo que allí pasara se daría a conocer en todo el territorio nacional, y en menos escala, internacional, me propuse hacer algo para manifestar mi visión acerca de lo sucedido a través de mi arte, y aprovechar el momento también, parar reprochar una que otra cosa. Tomada la decisión, me dispuse a comprar los elementos que necesitaba para plasmar mis ideas, compré aerosoles de colores variados, algunos un tanto llamativos, de color fluorescente, para resaltar algunos puntos importantes. Decidí que el mejor momento para ir y acabar con la uniformidad del color de las paredes de ese auditorio era justo después de las doce de la noche.
Entonces, empecé a preparar en mi mente todo lo que debía hacer a penas el reloj marcase las 11 y media de la noche del 24 de Febrero. Arreglé los aerosoles y algunos cartones pequeños en mi maletín, y partí hacia el colegio. Al llegar, me cercioré que los guardias estuvieran en ese estado de somnolencia tan característico de ellos, o mejor aún, durmiendo, como siempre. En esta ocasión al parecer tuve suerte, todos ellos estaban en un sueño profundo, al parecer habían tenido un día agotador. Entonces aproveché la oportunidad e ingresé furtivamente al establecimiento por una de las mallas metálicas, en un lugar donde en ese momento parecía no haber gente fisgoneando.
Sigilosamente me aproximé al auditorio, estaba más atento al peligro de lo normal, supongo debieron ser los nervios, pero eso no me impidió ponerme manos a la obra. Comencé haciendo una representación del presidente, que en una de sus manos traía un mazo gigantesco, el cual se alzaba por encima de una pirámide (como las de Egipto) de la cual brotaban algunos billetes. Muchos individuos hacían fila arrastrando bolsas con el símbolo de dinero, para depositarlas dentro de ella, después de haber recorrido un camino, que se veía rocoso y turbulento. Y con la otra mano, Uribe sacaba el dinero de la pirámide y lo soltaba encima de los bancos. Con eso, quería manifestar mi idea de que la caída de las pirámides fue una conspiración del Gobierno apoderarse del dinero de los ahorradores, y darse festín con él, junto con los bancos, que estaban consternados por las caídas en sus solicitudes de créditos, y participaron indirectamente en la revuelta.
Tratando de hacer el menor ruido posible, ayudado quizá por el de los autos que pasaban por la vía panamericana, que ocultaban un poco el sonido de los aerosoles, y socorrido por los grandes focos de luces que sea alzaban rodeando el auditorio, me atreví a realizar otro graffiti, esta vez en la pared externa lateral derecha del auditorio, la cual se veía tan insípida, que quise hacer algo más grande que mi primera creación.
Ya eran las 3 de la madrugada, y debía darme prisa para acabarla, porque sabía que quizá a las 5 de la madrugada o un poco antes estarían llegando algunos individuos para terminar los preparativos para la conferencia.
Ya eran las 3 de la madrugada, y debía darme prisa para acabarla, porque sabía que quizá a las 5 de la madrugada o un poco antes estarían llegando algunos individuos para terminar los preparativos para la conferencia.
Comencé dando vida a policías con manos gigantescas llenas de dinero, con rostros malévolos, y saliendo confianzudamente de una de las instalaciones de DRFE, ante la muchedumbre que alzaba sus gritos y sollozos. Y atrás de este graffiti escribí: “Llegan rápido solo cuando les toca robar”. Con esto quería resaltar la corrupción de algunos sectores de la policía al robar el dinero de los “inversores”, lo cual se pudo ver en televisión.
Y en el mismo instante en que terminé mi último trazo, vislumbré de lejos el auto de los sujetos que se encargarían de la seguridad del lugar, por lo cual no tuve tiempo ni siquiera de tomar mis aerosoles, solamente corrí como alma que lleva el diablo hasta la malla metálica más cercana y la salté casi que de un solo brinco, afortunadamente no quedé enredado en el alambre de púas que estaba en su parte superior.
En las noticias del otro día mi rostro dio una pequeña risa furtiva al ver mis graffitis en varios canales de televisión, que casi los esquivaban para no darles tanta cobertura. Sin embargo, me alegra que todos los que se reunieron en ese auditorio hayan podido admirar mi creación y lo que pienso yo y muchas personas, espero que sirva mi arte para la reflexión, y aunque sé que no durará demasiado tiempo allí, para mí cumplió el propósito por el cual fue realizado.
Opinión
Considero al graffiti político como un método para dar a conocer el pensamiento individual o colectivo más que una herramienta eficaz para conducir masas, porque es un manifiesto de lo que la persona que lo realiza cree, es su propia perspectiva de la realidad, que muchas veces no tarda en borrarse completamente. Y además, por la misma ambigüedad que puede tener, seguramente dará lugar a muchas interpretaciones del mismo, lo cual no sería prudente como un arma para persuadir al pueblo sobre asuntos políticos. Aunque por otra parte, si le damos al graffiti toda la claridad que necesitase, por ejemplo, apoyado con texto, y que se plasmase en muchos lugares de la ciudad, podría tener efectos, aunque sea en el subconsciente de las personas, haciéndolas más susceptibles de reaccionar de alguna manera en un futuro.
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