miércoles, 11 de agosto de 2010

Mi otro, hace tiempo

Mi otro, hace tiempo

A penas tuve conciencia, una conciencia que pensé que tenía, me encontré en un lugar muy agradable, parecía ser un centro recreacional, con un ambiente cálido, soleado, donde la tranquilidad y la frescura se imponían por doquier. Caminé un poco por aquel pasto húmedo viendo brillar en cada auto por ahí estacionado, una luz intensa, que me hizo pensar inevitablemente en mi pasado. Fue una sensación extraña, como si hubiera estado allí en algún momento de mi vida, pero eso ya no estaba claro en mis recuerdos, solo sentí una incertidumbre que me invadía y me traía uno que otro recuerdo opaco.

Seguí avanzando sin rumbo fijo por un sendero rocoso y brusco, que a mi edad, era de costoso tránsito. Me hizo batallar una que otra piedra en el camino, pero logré llegar al final. No sabía para qué lo tenía que continuar, pero lo hice instintivamente. De pronto vislumbré una silueta conocida, al parecer era yo, mucho más joven, de niño. Me acerqué más y se me iban aclarando las dudas sobre su identidad. Ahora, ¿qué hacía yo, un sujeto de avanzada edad, viéndose a sí mismo pero más fresco y sentado en una banquilla en ese lugar? Quise averiguarlo, y es por eso que me acerqué y le dije mi nombre, él impresionado me miró con desconfianza y me dijo – ¿En verdad?, ése es mi nombre.  A lo que respondí – Sí, no sé por qué, pero si esto es un sueño, se me hace familiar toda esta  situación, es como si ya la hubiese vivido. Sin duda alguna se trataba de un sueño, con una combinación de dejavú, que nunca antes había experimentado.

Una vez confirmamos nuestro nombre, le hice caer en razón de que yo era él, pero en una etapa más avanzada de la vida, y le conté algunas de mis experiencias gratas, de aquellos éxitos en unos proyectos computacionales, que de joven me apasionaban, y de aquella carrera de medicina que no culminé, y que ahora, tras muchos años de retiro se me ha hecho lejana, y me he adentrado en los viajes, como siempre quise, para enriquecer mi saber, y eso  acompañado de la escritura de algunos libros, que recopilan las experiencias más interesantes de mi vida, todas esas reflexiones que hice pero que no pude plasmar sobre el papel, o sobre un programa informático, como hubiese preferido de joven. Le conté acerca de mis éxitos y mis fracasos, pero no parecieron sorprenderle demasiado, a fin de cuentas parecía tener una idea sobre su futuro. Entonces le pregunté acerca de él, sobre cuáles eran sus planes, qué estaba haciendo, y aunque yo ya sabía todas las respuestas que me daría, simplemente lo hice porque en realidad no parecía interesado en lo que yo le decía. Me respondió que deseaba mucho aportar algo al desarrollo de la humanidad, le apasionaba la idea de inventar algo, siempre tenía curiosidad sobre el por qué de las cosas, destrozaba los aparatos para indagar lo que llevaban por dentro, lo cual era un enigma para él en ese entonces, siempre pensaba en el origen de las cosas, tenía afición por temas relacionados con la ciencia; pero que lastimosamente nunca había contado con todas esas herramientas tecnológicas avanzadas para poder saciar sus ansias de descubrirlo por sí mismo, para ser él el artífice de algo, simplemente por sentir la sensación.

Me habló durante varios minutos hasta que yo empecé a conversar con él acerca de lo más sobresaliente que había sucedido en el mundo en los años que devendrían. Él a su vez me respondía con preguntas, que reflejaban su eventual interés en la conversación. Continuamos hasta que el atardecer se vio venir, y parecía que ese momento inolvidable estaba llegando a su fin. Nos levantamos de aquel banquillo que había servido de lugar a nuestra cita a la intemperie en aquel caluroso lugar, presintiendo la despedida.- ¿Podrá ser esto un sueño?, me pregunté. Inmediatamente, el otro se apresuró a vociferar lo que yo había pensado, a lo cual sólo me atreví a afirmar el hecho con un gesto. Él, con su pensamiento de niño, manifestó desinterés en el enigma, y se marchó corriendo a la llamada de un amigo por aquel sendero en el cual yo me había ido de bruces más de una vez. Me pregunté si el recordará lo que vivimos, pero supongo que sí, porque esa sensación inexplicable de haber vivido ya este acontecimiento, me da luces sobre la respuesta a ese interrogante. De todas maneras, ha sido una experiencia enriquecedora, ya en los finales de mi vida.

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